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domingo, 29 de noviembre de 2015

CONSEJOS:

En aquella población pequeña se rumoreaban tantas cosas de las Ciudad Capital que cuando el llego a ella, sintió temor al ver ese monstruo de concreto que, si en las películas se veía muy bonita, con sus coches caminando como hormigas y sus millones de ojos encendidos, ya transitando sus calles era diferente: la piel se ponía “chinita” y el corazón se quería escapar por la garganta de tan asustado que se ponía. Aun recordaba aquellas recomendaciones de su mamá y de su abuela, consejos todos tendentes a observar un buen comportamiento, para merecer el respeto de los demás y así evitar problemas que pudieran causarle daño. En cambio su padre permanecía despreocupado; quizás porque había vivido ya en la Ciudad de México, no hacía caso de tanto “milagrito” que se le colgaba a la antigua Tenochtitlan. –Recuerda bien- solía decirle su abuela- que el ladrón y el malagradecido no tiñen cabida en ningún lado; de todos los lugares son rechazados porque nadie les tiene confianza. Como siempre, ese día al término de las clases espero en el sitio acostumbrado a su amigo; ambos compartían aquel reducidísimo, pero gigantesco en ilusiones, cuartito. La necesidad ayuda muchas veces a sacar fuerzas sin saber de dónde; por esta razón los dos regresarían caminando a casa, pues viajar en camión era un lujo que no podían darse, sobre todo cuando la “beca” hacia volado días atrás. –Mira que ricos tacos- dijo su amigo- me comería fácilmente unos diez. –Si es cierto- repuso el otro- con eso de que no comemos desde ayer, diez hasta serian pocos. –Pero… espérate; ahora que terminemos nuestras “carreras” nos vamos a dar la vida de rey- agregó el amigo. –Pues… primero hay que comer, si no dudo mucho que terminemos nuestros estudios-concluyo el otro. –Oye… ¿y si pedimos unos “tacos” y luego echamos “un corridito”? Anímate, al fin no creo que nos alcance el taquero- dijo su amigo. Como si hubiese escuchado la sugerencia, el estomago protesto con un dolor y los intestinos empezaron a “gruñir”. -¡No, yo no le entro!- contesto el otro-. En primer lugar eso sería un robo y, en segundo, este hombre vende “tacos”  porque tiene necesidad. Yo creo que más vale flaco, pero libre, que gordo en el “botellón”. De esta manera, tragando mucha saliva para engañar a los “tripas”, se fueron caminando y riéndose con las ocurrencias de cada quien.

REFLEXION:
Respetar las cosas ajenas no solo nos hace honrados, sino también garantizamos nuestra seguridad y libertad. Sin embargo, no debemos actuar con honradez solo por temor a ser castigados, debemos aprender que una persona honrada es digna de elogio, a pesar de que ello no le represente ninguna utilidad, ni reconocimiento, ni provecho. En ocasiones podres sentirte muy pobre por no poseer riquezas y estarás tentado a “robar” o quitar  a otros algo que deseas. Si lo haces te sentirás siempre perseguido, culpable, señalado; si eres honrado, te sentirás orgulloso, libre y admirado.
¿Y tú, eres honrado?

R=Si, porque a veces, me ha tocado casos que me dan dinero de más o comida de mas, entonces les digo del caso.

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